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Puntos destacados del informe
Prohibida su divulgación hasta las 04:00 (CT) o las 05:00 (ET) del jueves 1 de febrero de 2018
DALLAS, 1 de febrero de 2018. Los pacientes de cáncer de mama pueden tener un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, como la insuficiencia cardíaca, y pueden beneficiarse de un enfoque terapéutico que sopese las ventajas de tratamientos específicos para los daños potenciales al corazón, según un nuevo informe científico de la American Heart Association publicado en su revista Circulation.
Quienes han superado el cáncer de mama, especialmente las mujeres de más de 65 años, tienen mayor probabilidad de morir de enfermedades cardiovasculares que de cáncer de mama, lo que subraya la importancia de tratar con eficacia los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular durante el tratamiento del cáncer y después de este. Este informe, que no ofrece recomendaciones, es una visión general de lo que sabemos actualmente sobre los factores de riesgo comunes a las enfermedades cardíacas y el cáncer de mama, y los daños potenciales al corazón de algunos tratamientos para el cáncer de mama; además, sugiere estrategias para prevenir o minimizar los daños.
Cualquier paciente que vaya a someterse a un tratamiento para el cáncer de mama, independientemente de si padece una enfermedad cardíaca desde el principio o no, debe estar informada de los efectos potenciales de los tratamientos sobre su corazón», explicó Laxmi Mehta, M.D., presidente del grupo de redacción del nuevo informe científico. «Esto no debe disuadir a las pacientes de someterse a un tratamiento para el cáncer de mama, ni asustarlas, pero se les debe permitir tomar decisiones informadas con su médico sobre el tratamiento para el cáncer que más les conviene».
Durante los tratamientos para el cáncer, las pacientes deben prestar atención no solo a la salud de sus mamas, sino también a su salud general, incluido el corazón, indicó el Dr. Mehta, director del programa de salud cardiovascular para mujeres y profesor asociado de medicina en la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, Ohio.
Por ejemplo, algunos tratamientos para el cáncer, como las terapias dirigidas contra HER-2, pueden debilitar el músculo cardíaco, una afección conocida como «insuficiencia cardíaca». El HER-2 es un tipo específico de cáncer de mama. En algunos casos, la reducción de la función cardíaca es temporal y el cese del tratamiento o la adición de medicamentos para el corazón pueden mejorar la función. Sin embargo, en algunas pacientes de cáncer de mama, la insuficiencia cardíaca puede ser permanente. En general, la insuficiencia cardíaca puede ralentizar o alterar el tratamiento para el cáncer de mama de una paciente debido al riesgo de empeoramiento o de insuficiencia cardíaca permanente.
Algunos estudios pequeños indican que administrar agentes de quimioterapia comunes con nuevos métodos puede reducir los riesgos de enfermedad cardíaca. La doxorubicina es un fármaco quimioterapéutico que se usa en el tratamiento del cáncer de mama y que puede causar la muerte de las células cardíacas. Se ha demostrado en estudios que, cuando la doxorubicina se administra despacio y no de una vez, las pacientes pueden presentar un menor riesgo de insuficiencia cardíaca.
Además, hace poco se ha aprobado, para pacientes con cáncer de mama metastásico que reciben dosis elevadas de doxorubicina, un medicamento denominado «dexrazoxano» que podría reducir esta muerte celular. Antes de poder recomendar cualquiera de estos tratamientos, deberán realizarse más estudios para confirmar si los resultados de estos estudios pequeños son válidos.
Otros tratamientos, como la radiación, pueden afectar a las arterias cardíacas y causar bloqueos o enfermedad de la arteria coronaria. Algunos agentes para el tratamiento del cáncer de mama, como las antraciclinas, pueden dar lugar a ritmos cardíacos anómalos que pueden ser benignos, pero a veces conllevan problemas de ritmo cardíaco potencialmente mortales. Por otra parte, algunos tratamientos como los antimetabolitos, pueden causar espasmos de las arterias cardíacas, que pueden ocasionar síntomas de dolor torácico, pero también suponer ataques cardíacos.
Las cardiopatías y el cáncer de mama comparten varios factores de riesgo, incluidos la edad avanzada, una mala alimentación, antecedentes familiares, sedentarismo físico y consumo de tabaco. El hecho de que estas enfermedades compartan algunos factores de riesgo indica que existen opciones de estilo de vida, principalmente la dieta y el ejercicio, que podrían ayudar a reducir los riesgos de padecer ambas enfermedades. Los profesionales de la salud deberían supervisar el estado del corazón de la mujer durante el tratamiento del cáncer y después de este.
El seguimiento de varios comportamientos o factores ideales para la salud del corazón de Life’s Simple 7 de la American Heart Association, se asocia a una tendencia hacia una incidencia menor de cáncer de mama. Life’s Simple 7 incluye encontrarse físicamente activo, alcanzar y mantener un peso corporal saludable, seguir una dieta sana, evitar el tabaco y mantener unos niveles adecuados de presión arterial, colesterol y glucemia.
Afortunadamente, con los avances en los tratamientos para el cáncer de mama, cada vez hay más pacientes que sobreviven». Sin embargo, durante el tratamiento del cáncer de mama y después de este, es importante seguir un control óptimo de los factores de riesgo de cardiopatía porque las mujeres mayores que han superado el cáncer de mama tienen mayor probabilidad de morir de enfermedades cardíacas que de cáncer de mama», afirmó el Dr. Mehta. «Por eso Life's Simple 7 es importante para todos los pacientes con cáncer de mama y sin él», añadió Mehta.
Aunque se estima que hay 47,8 millones de mujeres en EE. UU. que conviven con enfermedades cardiovasculares y aproximadamente 3 millones que han superado el cáncer de mama, muchas personas consideran este cáncer la principal amenaza para la salud de las mujeres. Es importante reconocer el solapamiento de las cardiopatías y el cáncer de mama como entidades que afectan a la supervivencia.
Los coautores son Karol E. Watson, M.D., Ph.D., vicepresidente; Ana Barac, M.D., Ph.D.; Theresa M. Beckie, Ph.D.; Vera Bittner, M.D., M.S.P.H.; Salvador Cruz-Flores, M.D., M.P.H.; Susan F. Dent, M.D.; Lavanya Kondapalli, M.D.; Bonnie Ky, M.D.; Tochukwu Okwuosa, D.O.; Ileana L. Piña, M.D., M.P.H., FAHA; y Annabelle S. Volgman, M.D.; en nombre del comité American Heart Association Cardiovascular Disease in Women and Special Populations Committee del Council on Clinical Cardiology; Council on Cardiovascular and Stroke Nursing; y el Council on Quality of Care and Outcomes Research. Las declaraciones del autor se encuentran en el manuscrito.
Recursos adicionales: