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La vertebroplastia es una técnica minimamente invasiva que consiste en la inyección de cemento biológico a nivel del cuerpo vertebral, a través de una punción desde la piel. Esta técnica se utiliza para el tratamiento del dolor provocado por las fracturas vertebrales. Las fracturas vertebrales más frecuentes son las de origen osteoporótico, en relación con pequeños traumatismos. Una fractura vertebral también puede estar en relación con traumatismos más severos o procesos tumorales benignos o malignos.
El objetivo principal de la vertebroplastia es aliviar el dolor causado por una fractura vertebral. Habitualmente se recomienda realizar esta técnica cuando otros tratamientos de carácter conservador, como por ejemplo el reposo, la colocación de un corsé, o la medicación no han logrado solucionar el dolor. Una vez vista la ineficacia de estos tratamientos, la vertebroplastia debe realizarse lo antes posible, con el objetivo de tener mayores posibilidades de éxito.
Una evaluación clínica completa debe ser realizada para confirmar que el dolor existente está en relación con la presencia de una fractura vertebral. Asímismo deberá realizarse alguna prueba de imagen tipo resonancia magnética o gammagrafía que confirme no sólo la existencia de dicha fractura en el nivel donde existe el dolor, sino también que se trata de una fractura aguda, aumentando así la eficacia de la técnica.
Beneficios: Se trata de un procedimiento mínimamente invasivo, esto es, se realiza a través de una punción (habitualmente dos por vertebra) en la piel, con una aguja que se acaba situando en el cuerpo vertebral. Es un procedimiento que cuando la indicación es correcta tiene un alto grado de efectividad a la hora de quitar el dolor en menos de 24 horas, logrando de esta forma que el paciente se reincorpore lo antes posible a las actividades normales de la vida diaria. Al recuperar la movilidad también hace que estos pacientes combatan una mayor pérdida de masa ósea en el futuro.
Riesgos: Cualquier procedimiento que implica acceso a través de la piel, conlleva riesgo de infección, sin embargo esta posibilidad se estima en menos del 1 de cada 1000 procedimientos. Se administra de forma preventiva antibiótico por vía intravenosa antes del procedimiento . Una pequeña cantidad de cemento puede fugar más allá del cuerpo vertebral, siendo en la gran mayoría de casos asintomático. Sólo en el caso de que este cemento afecte y comprima la médula espinal y/o migre a los pulmones, podría causar un problema serio. Otras posibles complicaciones consisten en sangrados, aumento del dolor o aparición de nuevas fracturas. En aproximadamente un 10% de los pacientes, la vertebroplastia puede acarrear la aparición de nuevas fracturas; en ese caso tras un período variable de mejoría, el paciente volverá a presentar un dolor de características similares al existente con anterioridad, pudiéndose realizar igualmente vertebroplastia a nivel de la nueva fractura.
El procedimiento se realiza guíado mediante rayos X, por lo que se necesita un aparato de rayos X con las mayores prestaciones posibles para garantizar una visualización correcta de las estructuras óseas. Asimismo es imprescindible unas condiciones estériles durante el procedimiento, que limiten al máximo el riesgo de infección.
No es necesaria anestesia general, pero sí se realiza bajo sedación. En la mayoría de los cuerpos vertebrales el acceso se realiza con el paciente situado estirado boca abajo, una vez finalizado el procedimiento el paciente permanecerá en reposo en cama, boca arriba o de lado, un mínimo de 6-8 horas.
Al tratarse de un procedimiento mínimamente invasivo, el postoperatorio, si no hay complicaciones, es sencillo y rápido. Tras el procedimiento el paciente permanecerá en cama, en reposo absoluto unas 6-8 horas. El ingreso en el hospital será de aproximadamente 24 horas y tras el alta, se podrá reincorporar inmediatamente a las actividades normales, en función de la efectividad de la técnica a la hora de aliviar el dolor.
El seguimiento deberá ser clínico, haciéndose hincapié en un buen control tanto de la analgesia que precise el paciente como de la medicación antiosteoporótica, con el objetivo de estabilizar el problema de base en la medida de lo posible. No será necesario realizar controles de imagen a no ser que aparezca nueva sintomatología clínica.
Dr. Juan Miguel Macho, Jefe de Sección de Angioradiología del Hospital Clínic de Barcelona y el Dr. Jordi Blasco, Médico Adjunto a la Sección de Angioradiología del Hospital Clínic de Barcelona.