Aprenda más sobre la enfermedad vascular

venas

Pacientes y Familias

Aneurisma de Aorta Torácica Descendente, Lesión traumática de aorta torácica y Disección Aórtica

¿Qué es?

La aorta es la principal arteria del cuerpo humano, transporta sangre rica en oxígeno que es bombeada desde el corazón al resto del cuerpo. La aorta va desde el corazón hasta mitad del abdomen (a la altura del ombligo aproximadamente). Sale del corazón (aorta torácica ascendente), desciende por todo el pecho (aorta torácica descendente) y posteriormente recorre el abdomen (aorta abdominal).

Un Aneurisma de Aorta Torácica, es un debilitamiento o degeneración de la pared aórtica, provocando una dilatación de la aorta que la hace ensancharse como un globo. Si el aneurisma sigue expandiéndose, con el tiempo puede comprimir otras estructuras cercanas en el pecho (como el esófago, tráquea u otros nervios cercanos), o romperse y provocar un sangrado interno. El riesgo de rotura aumenta cuanto mayor es el aneurisma, y si ésta ocurre, se produce un riesgo para la vida del paciente, dada la hemorragia interna que puede derivar en un shock o incluso la muerte del paciente.

Prevalencia:
Los aneurismas de la aorta se producen más frecuentemente en la zona abdominal (en la barriga), siendo la 13ª causa de muerte en EE.UU. y la 10ª causa de muerte en hombres mayores de 55 años.

Al igual que en la aorta abdominal, los Aneurismas de Aorta Torácica Descendente habitualmente se producen debido a una enfermedad aterosclerótica crónica de sus paredes (debido a la edad, colesterol, hipertensión arterial, tabaquismo, etcétera).

 

Reconstrucciones mediante AngioTC de dos aneurismas de aorta torácica.

Sin embargo, cada vez más vemos lesiones en la aorta torácica debidos a golpes, traumatismos o accidentes de tráfico de gran energía, en pacientes jóvenes sin otras enfermedades pre vias (típicamente en accidentes de moto o caídas desde varios pisos). Estas Lesiones Traumáticas de la Aorta Torácica son lesiones muy graves debido al sangrado importante y rápido que provocan, pudiendo poner en riesgo la vida del que la sufre en poco tiempo. De hecho, si bien se producen en menos del 1% de las admisiones hospitalarias por traumatismos, suponen la segunda causa de muerte por accidentes de tráfico.

Arteriografía intra-operatoria y estudio mediante eco-doppler transesofágico, que muestran lesiones traumáticas de la aorta torácica.

Una tercera enfermedad que afecta frecuentemente a la aorta torácica descendente es la Disección Aórtica. Se trata de un desgarro en la pared de la aorta que hace que la sangre fluya entre las capas de la pared, y se fuerce la separación de las capas (disección). Se trata también de una enfermedad grave debido al riesgo de rotura de la aorta, o de isquemia (es decir, que la separación de estas capas de la aorta ocluya la circulación normal de sangre a otros territorios del organismo, como los riñones, intestinos, piernas o cerebro), si bien en algunos casos se puede tratar sin necesitar una operación quirúrgica.

Arteriografía intra-operatoria de una disección aórtica tipo B.

Síntomas

Habitualmente los aneurismas de aorta no presenta ningún síntoma, dolor u otra molestia. En algunos casos, sin embargo, pueden producir molestias, a veces por compresión de estructuras cercanas:

  • Dolor en el pecho o el costado.
  • Dificultad al habla o voz ronca (disfonía).
  • Dificultad al respirar (disnea).
  • Dificultad al tragar (disfagia).

En caso de rotura del aneurisma, los síntomas pueden ser:

  • Dolor intenso y repentino en el abdomen o en la espalda
  • Palidez, sequedad en la boca o sudor
  • Nauseas y vómitos
  • Intenso y repentino mareo, debilidad, incluso pérdida de consciencia.

Una rotura del aneurisma supone una hemorragia interna que compromete la vida del paciente, debiendo buscar atención médica inmediatamente.

Las lesiones traumáticas de la aorta torácica habitualmente se producen en pacientes con accidentes de gran energía (y por lo tanto, con otras lesiones extensas: fracturas de cráneo, columna, pelvis y piernas, lesiones de órganos internos, sangrados abdominales o torácicos, etcétera). Las sospechamos cuando existen múltiples lesiones en otros órganos o lugares asociado a accidentes importantes.

La disección aórtica, cuando se produce, acostumbra a producir un dolor brusco, en la espalda (como si nos clavaran un puñal por la espalda) o el costado, y en algunas ocasiones este dolor va descendiendo por la espalda. Puede ser un dolor difícil de controlar, y si la disección ocluye la luz de algún otro vaso, puede producir isquemia de otros territorios, es decir, déficit de aporte de sangre. Esto puede provocar dolor en las piernas o brazos, dolor en la barriga o lumbar, dificultad al habla o al mover alguna extremidad, entre otros.

Factores de riesgo

El principal factor de riesgo para los aneurismas aórticos es la ateroesclerosis o envejecimiento de las arterias, habitualmente debido a la hipertensión, tabaquismo, más en hombres que en mujeres, habitualmente mayores de 60 años, y si existen antecedentes familiares, enfermedades del tejido conectivo o antecedentes de algunas enfermedades infecciosas (como la sífilis).

Las lesiones traumáticas se producen por golpes o accidentes de tráfico, habitualmente en gente joven sin otras enfermedades de base.

Las disecciones aórticas, como los aneurismas, también se producen frecuentemente en hombres con hipertensión arterial, a partir de los 50 años, y frecuentemente cuando existen otras enfermedades del tejido conectivo (Síndrome de Marfan, Turner, vasculitis, etcétera).

Diagnóstico

El diagnóstico de los aneurismas frecuentemente se realiza de forma casual, por parte de un médico en exploraciones al paciente que ha acudido por otra enfermedad o en otras exploraciones rutinarias. Las lesiones traumáticas o las disecciones, en cambio, se sospechan por los síntomas que producen o por las lesiones que las acompañan, lo que nos lleva a realizar otros estudios dirigidos.

Los siguientes estudios se indican para estudiar las enfermedades de la aorta torácica:

  • Ecografía transesofágica
  • Tomografía Computarizada ( Angio-TC)
  • Angiografía por resonancia magnética (ARM)
  • Arteriografía

Tratamiento

Tratamiento de vigilancia y seguimiento

Si los aneurismas son pequeños, sin crecimientos repentinos y sin síntomas, su médico puede recomendar no tratarlo quirúrgicamente. Un seguimiento y control regular por un especialista vascular será suficiente. Normalmente se realiza un tratamiento, que puede ser con fármacos específicos, para reducir la presión arterial, controlar el colesterol y el azúcar, y evitar el consumo de tabaco. Si se observa un rápido crecimiento del aneurisma, o éste llega a un diámetro determinado, se podrá indicar un tratamiento quirúrgico o endovascular para evitar su rotura. Sin embargo, si produce la rotura de un aneurisma (normalmente en aneurismas no conocidos previamente), o éste produce dolor, requerirá un tratamiento quirúrgico abierto o endovascular urgente.

Así mismo, las disecciones de la aorta torácica descendente (tipo B de Standford, o tipo III de DeBakey) normalmente se tratan inicialmente con tratamiento conservador (control del dolor, de la tensión arterial), y en muchos casos se estabilizan y no requieren un tratamiento quirúrgico precoz. Estos casos pueden seguirse de forma ambulatoria, requiriendo ser operados tan solo si, con el tiempo, la aorta crece o se dilata. Sin embargo, en algunos casos, la disección produce complicaciones inmediatas (sangrado o isquemia), que pueden requerir un tratamiento quirúrgico o endovascular urgente.

En el caso de las lesiones traumáticas de la aorta torácica, normalmente siempre requieren un tratamiento quirúrgico abierto o endovascular preferente o urgente.

Tratamiento quirúrgico abierto

El tratamiento se basa en una operación quirúrgica clásica, también llamada cirugía abierta, en la que un cirujano efectúa una sustitución del segmento de aorta dilatado (en los aneurismas), disecado (en las disecciones) o roto (en las lesiones traumáticas), normalmente por un segmento de prótesis de material sintético en forma de tubo (bypass). De esta manera el flujo se restablece circulando la sangre por el interior del tubo sintético, diseñado especialmente para durar en el tiempo, no deteriorarse, y no causar rechazo en el paciente. La presión del torrente sanguíneo ya no amenaza con romper las débiles paredes del aneurisma, sangrar por la aorta rota o pasar a través de las falsas luces de la disección, al haber sido sustituidas por la nueva prótesis quirúrgica.

Sin embargo, la aorta torácica es un vaso con elevadas presiones y volumen de sangre, y la cirugía abierta requiere de algunas medidas para evitar dañar el corazón u otros órganos durante la cirugía (uso de circulación extracorpórea u otras medidas mediante bypass de derivaciones). Además se trata de intervenciones con grandes incisiones y que se pueden prolongar. Por todo ello, se trata de operaciones de mayor riesgo quirúrgico y mayor riesgo de complicaciones, por lo que se reservan a pacientes en buenas condiciones, pero se evita realizarlas en pacientes añosos o con otras enfermedades asociadas que pueden complicar el postoperatorio.

Imagen intra-operatoria de una cirugía de la aorta torácica descendente

Imagen intra-operatoria de una cirugía de la aorta torácica descendente, en una lesión traumática de la aorta descendente

Tratamiento endovascular

Consiste en un tratamiento mínimamente invasivo para reparar la lesión de la aorta torácica, a través del interior de los vasos sanguíneos. El procedimiento se basa en la implantación de una endoprótesis. Una endoprótesis es una prótesis sintética en forma de tubo reforzada con una estructura de metal (stents). A través de una pequeña incisión en la ingle, el cirujano introduce un sistema de catéteres que guiados por la imagen (rayos X) navegan por el interior de las arterias hasta llegar a la aorta enferma cruzando el aneurisma desde su interior. La endoprótesis se libera quedando fijada a la aorta sana por los stents que se expanden como un muelle. El flujo sanguíneo pasa por el interior de la endoprótesis al resto del organismo. Las paredes del aneurisma o lesión traumática, al quedar libres de presión se van con el tiempo contrayendo y el saco aneurismático encogiendo. Si existe una rotura del aneurisma o aorta, ésta queda excluida (fuera de la circulación) por la endoprótesis.

En el caso de las disecciones, la endoprótesis elimina del torrente sanguíneo esta división en las láminas de la pared de la aorta, restableciendo el correcto flujo sanguíneo por el interior de la aorta normal. Estas endoprótesis están diseñadas para no causar rechazo en el paciente una vez implantadas.

Se trata de un tratamiento que se puede realizar con anestesia local, regional o general, pero que no requiere medidas tan agresivas para el paciente (no se necesita circulación extracorpórea, ni detener el corazón del paciente, ni realizar incisiones en el pecho ni abdomen), se puede realizar de forma rápida, y el postoperatorio en el hospital puede ser de 1 a 2 días en los casos sencillos. Por todo esto, y dados los muy buenos resultados que ha demostrado, cada vez más se utiliza en el tratamiento de las lesiones de la aorta torácica, siendo ya en muchos casos el tratamiento de elección (por delante de la cirugía abierta). Sin embargo, no todas las lesiones de la aorta torácica se pueden tratar mediante endoprótesis, debiendo cumplir una serie de requisitos anatómicos favorables.

Distintos ejemplos de endoprótesis

Distintos ejemplos de endoprótesis de aorta torácica y endoprótesis toracoabdominales.

Ventajas del tratamiento endovascular
  • Ventajas del tratamiento endovascular
  • Es un tratamiento eficaz y seguro con tasas menores de morbilidad y mortalidad que la reparación quirúrgica.
  • Causa menos dolor.
  • Más corta hospitalización, aproximadamente uno o dos días en los casos sencillos.
  • Más corta convalecencia que la cirugía abierta.
  • Causa menores complicaciones postoperatorias.
Limitaciones del tratamiento endovascular

No todos los pacientes pueden ser indicados para el tratamiento endovascular, ya que no todos los dispositivos se adaptan completamente a las diferentes anatomías, debiendo cumplir una serie de requisitos anatómicos favorables.

Contenido revisado por:

Dr. Vicente Riambau Alonso, Jefe de Cirugía Vascular del Instituto del Tórax en el Hospital Clínic de Barcelona y el Dr. Gaspar Mestres Alomar, Cirujano Vascular del Instituto del Tórax en el Hospital Clínic de Barcelona.